El Estrecho de Ormuz se une al Estrecho de Bab-El-Mandeb y el Canal de Panamá como puntos de interrupción de las cadenas de suministros del mundo.

El Estrecho de Ormuz, que permite el tránsito de 5.3% de la carga contenerizada del mundo y 16.8 millones de barriles diarios de petróleo entre el Golfo de Omán y el Golfo Pérsico, se une a los sucesos del Estrecho de Bab-El-Mandeb y el Canal de Suez como punto de conflicto de impacto al comercio mundial.
El 20% de los barriles de petróleo que se moviliza diariamente por el mundo, que a su vez es equivalente al 35% del petróleo que se transporta vía marítima, llega a sus mercados destinos luego de atravesar el estrecho de Ormuz. La producción petrolera de Kuwait, Omán, los Emiratos Árabes y buena parte de las generadas en Irak, Irán y Arabia Saudita tienen al mencionado estrecho como parte de su ruta de suministro. Si lo comparamos con los 15.7 millones de barriles de petróleo por día que recorren el estrecho de Malaca entre Malasia e Indonesia y los 4.8 y 4.6 millones de barriles diarios de petróleo que recorren el Estrecho de Bab-El-Mandeb y el Canal de Suez respectivamente, el Estrecho de Ormuz se convierte en una potencial área de desequilibrio de la economía mundial.
El asalto reciente en el estrecho de Ormuz de un buque portacontenedores con mercancías destinadas a Israel por parte de fuerzas militares iraníes se suma a los ataques de los hutís, aparentemente financiados por el gobierno de Irán, desde la costa de Yemen a los buques de carga con destino Israel que intentan cruzar el canal de Suez desde el Mar Rojo y el estrecho de Bab-El-Mandeb.
La situación se agrava si consideramos que el estrecho de Ormuz está plenamente controlado por Irán y estos han manifestado que cualquier situación que prohíba la navegación de su exportación petrolera por el estrecho también complicará el movimiento marítimo del petróleo y otras mercancías originadas y destinadas a los países vecinos. Queda pendiente determinar el impacto que lo anterior tenga en el servicio, las tarifas y el respeto de los contratos negociados por los embarcadores con las líneas navieras.
Fuente© Carlos Delgado-Marin
